Creces en el interior
y en las profundidadess te quedas,
ahogándote en tu propio ser.
En tu metamorfosis emanas
una luz que en vez de alumbrar
despita al visitante.
De cuando en cuando sales
y entonces te ves en los charcos difusos
que con ahogos trabajas.
Te avergüenzas y te marchas,
sin fuerzas para parar, sin fuerzas para crecer.
El día que por fin te rebeles,
formarás mares con tus entrañas,
terribles truenos sonarán
en la tormenta de esa boca
que te obliga a que te vayas.
Incubas la desesperación,
el recuerdo, el olor,
la negación,
el pecho que te abrazaba
y el tiempo que no pasa.