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jueves, 12 de junio de 2008

MILDRED LOVING...


In memoriam

Mildred Loving, una mujer negra que en los años cincuenta del pasado siglo se atrevió a romper el tabú del matrimonio entre blancos y negros en el Estado norteamericano de Virginia.

Mildred Meter se casó en 1958 con el blanco Richard Loving, lo que a la postre conseguiría la eliminación de las leyes que prohibían las uniones interraciales y discriminatorias de numerosos Estados del sur de EE UU
La historia de esta pareja fue contada con detalle por Phyl Newbeck, un autor de Vermont, en su libro Virginia hasn't always benn for lovers, publicado en 2004. Mientras en el sur estadounidense se agudizaba la separación de razas en la década de los años cincuenta, los habitantes, negros y blancos de la pequeña localidad virginiana de Central Point, trabajaban en las granjas y cultivaban tabaco conviviendo en libertad y abiertamente. Así, una "flacucha" de 11 años, conocida en la pandilla como "frijol", entabló amistad con un muchacho de 17 años. La amistad se fue convirtiendo en una relación romántica pero cuando Mildred tenía 18 años se quedó embarazada. En aquellos tiempos tener un hijo ilegítimo era un estigma insalvable y, según Newbeck, Richard no hubiera querido eso para ella. Los dos muchachos se fueron en coche hasta Washington, la capital de Estados Unidos, distante 128 kilómetros, y allí se casaron.


Era el año 1958 y tras la boda regresaron al pueblo. Pensaron que si se casaban "nadie se metería con nosotros", dijo Mildred. Pero un mes después fueron detenidos, denunciados por un desconocido y conducidos de madrugada ante las autoridades judiciales por violación de las leyes de cohabitación. Un policía llamó a la casa de Richard y Mildred Loving con la orden de averiguar si estaban casados y arrestarlos.


Se libraron de la cárcel al aceptar la sentencia de "salir del condado de Carolina y el Estado de Virginia cuanto antes y no regresar juntos o al mismo tiempo a este condado y Estado durante un periodo de 25 años". Los Loving residieron su exilio en Washington durante varios años, rompiendo la prohibición de "cohabitar como hombre y mujer, en contra de la paz y la dignidad de la mancomunidad" de Virginia, que en aquellos años estaba vigente en 17 estados, viajando en coches diferentes para reunirse con sus familiares. Mildred llegó a pedir ayuda al entonces secretario de Justicia, Robert Kennedy, quien remitió la petición a la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos para que la asesoraran con el fin de conseguir su regreso al Estado de Virginia.


El 12 de junio de 1967, casi 10 años después de la boda, la Corte Suprema eliminó la ley discriminatoria. En 1975, Richard y Mildred Loving fueron embestidos en su automóvil por un conductor borracho. Él falleció y ella perdió su ojo derecho. Cada 12 de junio se celebra el histórico fallo que reconoció su matrimonio. Ahora Mildred, con 68 años, falleció el viernes tres de mayo, cuando se cumplen 50 años de su polémica boda. ( PAÍS, 06/05/2008)


Hoy, doce de junio de 2008, se cumplen 40 años del histórico fallo judicial. Celebrémoslo!!!!

jueves, 5 de junio de 2008

QUE LAS PALABRAS NO SE VUELVAN CONTRA NOSOTROS/AS...


La fragilidad y temporalidad de nuestros actos se contrapone a la fuerza y lo atemporal de nuestras palabras. Por eso en ocasiones se vuelven contra nosotros devolviéndonos la fuerza con la que fueron dichas.

Si el 27 de marzo manifiesto que el teatro huele a despacho, a comercio y a dinero, realizo un espectáculo en contra de la manipulación y el negocio del arte, ahora pasado a penas dos meses digo que no expreso ese arte por menos de 600 euros, porqué sí porque yo lo valgo, porque en realidad no me distingo mucho de aquellos a los que ataqué. Porque en realidad yo soy la primera en manchar la palabra arte y en manipularla a mi antojo; y apesto pero me disfrazó y me cambio para que no noten mi olor.

Esto no es un negocio, no se creó para ello, tampoco abogo por un déficit de las cuentas personales de cada uno y una, pero los jóvenes, para recordar, son las personas que luego irán a contemplar vuestras obras. Hágamos de la cultura un acceso no una trampa.


Me repugna, estoy indignada y pienso que es el momento propicio para replantearse la lucha.

Decidir en que lugar nos situámos: en el bando de los negociantes o en el de la creatividad.

No valen las medias tintas.