Salí de noche y en silencio para no ahuyentar de tu letargo a tus sueños, convencida que esperabas un sol al despertarte que ilumanara tus días; y una luna que luchara a oscuras con los fantasman que baten tus tristes noches.
Pero ese sol se quedó sin luz de la rutina y se hizo eclipse. Tu luna, cansada de luchar con los mismos fantasmas, se sentó a observar como la destruían.
Y así lentamente te convertistes en sombra de día que quedaba asolada a las primeras luces de tu puesta de sol...
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