El tiempo pasa y es una verdadera lástima no percatarse del tic-tac del reloj, dejar las horas muertas, la vida pasar, la gente caminar y el blog sin actualizar... Muchas cosas; pocas cosas, según desde que ojos se miren, me han pasado; ya he repetido el verbo pasar en sus distintas conjugaciones en tres ocasiones en menos de tres renglones, será para darle fuerza al echo de que toda va y viene, sobretodo va. A pesar de todo lo sucedido la inspiración brilló por su ausencia o las circunstancias no contenían la fuente de esa chispa divina que enciende la bombilla de Edison y hace sonar las teclas.
Tras la fiesta de anoche y las preguntas en la piscina el tono erótico de estos relatos séra insulso, la realidad de algunos/as supera a la ficción, pero hablar del granizado de limón de la jijonenca y del chocolate derritiéndose en los cucuruchos por el sofocante sol veraniego hace que me sofoque más y tenga que darle otro puntito al aire acondicionado, lanzarme al congelador desesperada y adiós operación biquini.
Buena lectura....
Lucia Etxebarria “La Mirada de Olga”.
“…La carne se desnudó y se anudó (ella llevaba un conjunto de encaje negro y él no llevaba ropa interior, nada bajo la camiseta y los vaqueros), la escondida torre se alzó desafiante (no demasiado grande pero sí muy firme, con un bonito tono oscuro y una nervadura azul que la atravesaba y le confería un cierto aire de peligro), él avanzó como el paladín de una batalla, enarbolando su certidumbre inquieta, desenvainando su espada trémula, se encontraron los labios, se indagaron mutuamente, con suavidad al principio, con furia después, hasta que se hincharon y palpitaban de dolor, y entonces los acariciaron con la yema de los índices, con calma, dibujando los contornos, luego juntaron los labios con la lengua, y la lengua con los dientes, y los dientes con el cuello, y el cuello con el pecho, y el pecho con los senos, y los senos con las palmas, y palmas con pezones, y pezones con labios, y labios con nalgas, y nalgas con ombligo, y ombligo con ombligo, y labios con pene, y labios con clítoris, y talones con rodillas y pene con vagina, y la fragua lenta e íntima fue martilleando, martilleando la brasa estremecida, una flor se abrió y se hizo cascada, y la torre acabó derramándose por la salobre galería, el laberinto marino y hambriento que se abría entre sus piernas. Todo confuso y enmarañado, recordado en sensaciones y no en imágenes…”
Silvia Uslé. “El Gabinete de Sadiana”
Tras la conversación entro en el gabinete, abro el armario y me pongo a buscar el uniforme de colegiala para la sesión de voyeurismo: una camisa blanca y una faldita escocesa muy corta que no acabo de encontrar porque están debajo de la silla de montar a caballo. Aquí tenemos trajes para todas las sesiones de rol imaginables: policía, enfermera, superheroína, militar, secretaria, etcétera. «Cuéntenos su fantasía sadomasoquista, que nosotras se la representaremos por el módico precio de…» es nuestro lema.
Las sesiones de voyeurismo son una invención de mi jefa, que tiene mucho ojo para los negocios.
Nos anunciamos en la sección de relax bajo el título de «Ama Sadiana y su esclava: sesiones de voyeurismo. Zona Orense. 500 euros». El anuncio ha tenido mucho éxito y el teléfono no para de sonar. Se llaman «sesiones de voyeurismo» porque el cliente se limita a mirar (obviamente y considerando que las escenificamos única y exclusivamente para él, éstas tienen de «voyeuristas» lo que yo de lagarterana, pero ésa es otra historia). Durante este juego de rol en concreto ella hace de dominanta y yo, de sumisa. Conoce mis límites de dolor y no los rebasa nunca (sólo cuando tiene un mal día o está enfadada conmigo). Nuestra palabra clave es «blue»; cuando yo la pronuncio ella para. Así de simple…”
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